Porque no nos predicamos a nosotros mismos, si no a Jesucristo como nuestro Señor, y a nosotros como Sus siervos por amor de Jesus. 2 da. Corintios 4:5

miércoles, 26 de diciembre de 2007

PER OLOF SADRAK ERICSSON


P. O. Sadrak Ericsson nació en Suecia 1º. de septiembre de 1884. Llegó a Rosario a los 18 años.
Su primer trabajo secular fue un empleo en el Ferrocarril Central Argentino, en el departamento del Ingeniero Constructor. Luego trabajo en el banco de Londres y luego en el del Río de la Plata, donde al final de una carrera meritoria, se jubiló, lo que le permitió mantenerse hasta sus últimos días.

En el momento de su bautismo llevado a cabo en calle Brown 2040, dejó claro un testimonio que hasta hoy enfatizamos todos los creyentes evangélicos;
“Me bautizo, no para salvarme, sino por que ya soy salvo, por la fe en nuestro Señor Jesucristo, mi único Salvador y Esperanza “

Este hombre de espíritu decidido y fuerte temple, vivió sus primeros años en la casa de su tío “el capitán” Fridolf Ericsson y fué quien colaboró en forma directa en el anexo de barrio Sorrento. Los esfuerzos de este y muchos otros hermanos se ven materializados en la que hoy es la iglesia de barrio Sarmiento.

Mas allá de su evidente capacidad, Sadrak efectuó a lo largo de su carrera espiritual, las labores mas simples como eran el reparto de folletos e invitaciones a reuniones, limpieza, visitas a enfermos y mantenimiento del local, así como las de mayor responsabilidad; tesorería, enseñanza y predicación, tareas que realizaba con el máximo que su dedicación exigía.
Cuando se inauguro el salón en calle Salta 2339, tuvo a su cargo una clase de Escuela Dominical, luego fue superintendente de la misma, hasta que decidió que su siguiente ministerio fuese la obra en Alberdi. Sin embargo, no dejo su actividad en calle Salta, congregación que acompaño a pleno hasta el final de sus días.
Pero no se sintió satisfecho con los limites de Rosario sino que dedico muchísimo esfuerzo a localidades vecinas como; Villa Constitución, Roldan, San Genaro, Uranga, y Funes, congregaciones que apoyaba junto con su fiel hermano en el Señor, Jerónimo A. Callejas.
Esto le exigió el sacrificio de tomar para volver de estos lugares, el tren de la madrugada para entrar a trabajar a horario el lunes a la hora indicada.
Era también su gran preocupación la unidad entre los hermanos. Siempre procuraba mediar entre desacuerdos, fueran desinteligencias o meros caprichos, procurando enseñar este concepto básico que el Señor mismo dejo como indeclinable mandato para su Iglesia.
Podemos decir que este hermano cumplió en plenitud con las normas dadas por el apóstol Pablo en 1ra. Timoteo 3:2 al 5.
“... el obispo debe ser irreprensible... ...pues el que no sabe gobernar su propia casa, como cuidará de la Iglesia de Dios...?”

Relata su hermano en Cristo, Jerónimo Callejas, que la noche anterior, horas antes que Sadrak Ericsson partiera en forma inesperada a la morada de Dios, este le encomendó como previendo el hecho, tres cosas imposibles de olvidar:

“hermano, ...diga a las hermanas de las labores que sigan adelante con su buena y noble obra, Dios las ha bendecido el año pasado. De la misma manera lo hará este y los futuros...”

luego agregó...

“...veo que Ud. esta delegando ciertos trabajos de figuración y responsabilidad, le felicito, nosotros debemos ser vigilantes a estas tareas, pero dejar que se encarguen de ellas otros hermanos mas jóvenes...”

y la tercera, ya en la puerta de calle, siendo las 23 hs. mirando a mi hijo menor Mario, y dirigiéndose a otros hermanos presentes;
“...este (refiriéndose a mí) tiene suerte, tiene todos los hijos convertidos y casados, en Rosario, excepto la hija, que se halla radicada en Santiago del Estero. Yo en cambio tengo de cinco mis hijos,(*) uno en Salta, dos en Buenos Aires y otro en Córdoba, aunque no tengo nada de que quejarme porque todos están al servicio de Dios, pero en caso de un último adiós no tendría el placer de tenerlos inmediatamente...”

A la mañana siguiente a tan solo horas de lo narrado, recibo el llamado de su sobrina que con tristeza en la voz me dijo:
“Jerónimo... ...mi tío Sadrak acabe de fallecer en el sanatorio Británico...”

El 27 de Noviembre de 1957, el Señor se lo lleva a vivir con Él, hasta que el día apunte y huyan las sombras, y todos estemos reunidos para siempre en el cielo.
Felizmente, todos sus hijos pudieron despedir sus restos, con la esperanza de pronto encontrarse con él.

“...Dios ha llamado al amigo, al compañero en la obra, con quien tanto hemos gozado, sufrido y llorado. Fue una de las columnas de la iglesia, y lo echamos de menos, porque era uno de nuestros familiares más íntimos...

...deja un vacío que solo Dios puede llenar en su gracia e infinita misericordia...”

Jerónimo Antonio Callejas


(*) Gracias a una aclaración proporcionada por el Sr. Alberto Ericsson, hemos corregido el comentario de don Sadrak, añadiendo que solo su hijo Erik, se encontraba en Rosario, los cuatro restantes residían en ciudades distantes.

Texto extraído y adaptado de El Sendero del Creyente


lunes, 3 de diciembre de 2007

LOS ESPOSOS HOGG






Sin duda este matrimonio merece una mención, ya que si bien su obra comenzó en Córdoba y luego pasó a la ciudad de Santa Fe, sus últimos años los vivieron en nuestra ciudad, trabajando en la entonces recientemente formada iglesia en Barrio Vila.
Roberto Hogg nació el 10 de agosto de 1873 en Escocia.
A los 11 años su padre falleció, dejando a su madre, mujer de gran coraje y fe, al cuidado de sus 7 hijos, de los cuales Roberto era el mayor.
A la temprana edad de 15 años, tuvo que dejar su ciudad por cuestiones de trabajo y a los 21 fue empleado en Harrogate, en un comercio perteneciente a un cristiano, de posición muy próspera y de gran corazón y fe.
El 11 de julio de 1902, se casa con Isabel Nisbet Gall, una cándida muchacha nacida en Carlisle, Inglaterra, el 27 de mayo de 1877 y convertida a los 11 años, proveniente de una familia cristiana.
Roberto estuvo relacionado con varios hermanos, que estuvieron íntimamente vinculados a las primeras misiones evangélicas en la Argentina, Enrique Ewen, Guillermo Payne, Jaime Clifford, y Jorge Langran, siendo con este ultimo y su esposa que se embarcaron los esposos Hogg y llegaron a Buenos Aires el 7 de septiembre de 1902.
Luego se trasladaron a Córdoba donde aprendieron el idioma mientras Roberto trabajó en las oficinas de ferrocarril, para de esta forma no ser gravosos para la obra en la que recién comenzaban a involucrarse.
En 1906 con la recomendación de Guillermo Payne, se dirigieron a Santa Fe, dedicándose plenamente a la obra en esta ciudad, siendo un pequeño núcleo de creyentes. Dado la creciente expansión de esta misma fue imperioso contar con un salón apropiado por lo que en 1909 se construyo un local en calle Rioja 3029.
Fue en casa de los Hogg, que se gesto la revista que por tantos años disfrutaron los hermanos, "El Sendero del Creyente", cuyo primer numero se publico en el año 1910 hasta el 1985 incluido, al cual fue un fiel colaborador y amigo.
En 1921 se traslado nuevamente y por razones de salud a La Cumbre, provincia de Córdoba, donde asentó las bases para la obra que hoy permanece en la misma.
Fue en 1936 que se radica en Rosario, trabajando ya sin tantas fuerzas, ya que su salud era un tanto débil, pero su espíritu guardo toda la actitud devota que el Señor merecía.
Fue así que colaboro en la nueva congregación fundada en Barrio Vila.
Los esposos Hogg formaron la idea básica, mandato instituido a la iglesia, de compañerismo y unidad, en la obra, buscando que en todo fuera el nombre Dios y de su hijo Jesucristo, el único glorificado.
Allá por el año 1952, celebraron sus bodas de oro en la obra, con la compañía y gran cariño que nuestros hermanos de Rosario le supieron brindar.
El fruto de su matrimonio, fueron tres muchachas;
Dorothy, esposa de Walter Bevan
Lucy, esposa de Juan Clifford,
y Grace, esposa de Federico G. Coleman (hijo).
(Extraído y adaptado de El Sendero del Creyente)
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Con el fallecimiento de Roberto Hogg, la obra en Rosario se vio empobrecida de todos los dones que este hermano utilizo para exaltación de nuestro Dios.
Fue uno de esos creyentes que nos recuerda a Enoc según las escrituras;
"Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios. Y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios"
Hebreos 11:5
"Conocimos a nuestro hermano muy bien, y de veras dejo la impresión de haber caminado con Dios, en comunión con Él y con el deseo permanente de agradarle. El Señor y su obra constituían su deleite constante y su interés de todos los días."
La fragancia del recuerdo de los santos que han partido, perfuma nuestro sendero cristiano y al acordarnos de estos pastores que dieron todo de si en el servicio de Cristo, sentimos el estimulo de se ejemplo obligándonos a mayores y mejores esfuerzos en la obra para la que vivieron y murieron.
"El Sendero del Creyente"