Porque no nos predicamos a nosotros mismos, si no a Jesucristo como nuestro Señor, y a nosotros como Sus siervos por amor de Jesus. 2 da. Corintios 4:5

sábado, 9 de febrero de 2008

FRANCIS COLEMAN

Hijo del ya conocido Federico Coleman, precursor de la obra en nuestra ciudad, nació en Rosario el 31 de agosto de 1907, convirtiéndose joven, se bautiza en calle Salta 2339, donde se congrego mucho tiempo. Allí contrajo matrimonio con Argentina Medici, también de esta misma congregación, y de cuya unión nacieron dos hijos, Franklin y Eda.
Francis predicaba a los indígenas de Jujuy, cuando contaba con solo 16 años, dedicando su vida con gozo y entusiasmo al servicio del Señor.
Estuvo en comunión y plena dedicación en varias asambleas de Córdoba y Bs. As., tomando parte con los jóvenes y la escuela dominical.
Luego sintio el llamado del Señor para trabajar en el Orfanatorio de Quilmes, el cual dirigió desde el 2 de abril de 1952 hasta el dia de su fallecimiento.
En dicha institución contó con la invalorable colaboración de Doña Argentina, su esposa quien llevaba la responsabilidad en lo que a la parte material se refería.
Francis tenia su corazón en esta obra y cuando ya tenia su propio sustento, utilizaba el tiempo restante a la misma administrándola y dirigiéndola.
Todos los niños asilados eran para él como sus propios hijos, a quienes con cariño, llegado el día de sus cumpleaños, hacia atenciones extraordinarias.
También en circunstancias en que las finanzas del orfanatorio daban déficit, este hermano colaboraba de su propio bolsillo.
El resultado de esta labor dejo muchos frutos, varios niños fueron convertidos y congregados en forma activa en la congregación de Quilmes.
Dos niñas de este asilo, convertidas por el testimonio de Francis, ya mayores y en comunión, sintieron el llamado del Señor y ingresaron a trabajar de celadoras en otro orfanatorio de La Cumbre.
Francis sentía en su corazón los deseos de vivir su vejez entre los niños de este lugar, pero su salud era frágil, y ya algunas tareas le resultaban pesadas aunque las realizaba con mucho gozo.
Presintiendo que su final se acercaba, rogó a su esposa que si él moría, ella no dejara el orfanatorio.
El 26 de octubre de 1961, Francis Coleman, pasa a la presencia del Señor. En el momento de despedir sus restos, notablemente se hizo presente buena cantidad de vecinos y hermanos, movidos por el testimonio de este fiel siervo de Dios.
Entre otros testimonios, salió a luz el de un compañero de trabajo que relato que Francis fue motivado en cierta ocasión, por un grupo malintencionado, a dar falso testimonio en perjuicio de otro empleado, a lo cual respondió; “Prefiero perder mi empleo antes de mentir...”, actitud que le valió un inesperado ascenso.

Francis, caminó bien en las sendas del Señor, y terminó su carrera con gozo, pasando a la presencia de su Salvador, donde descansa de las fatigas habiendo acabado su peregrinación terrenal.

(Texto extraído y adaptado de El Sendero del Creyente)